Una excursión a la Reserva Natural Villavicencio

Hotelería MendozaMendoza es rica en reservas naturales de gran belleza gracias a la exuberante vitalidad de su naturaleza. Ubicada a sólo 60 Km. de la capital de la provincia, la Reserva Natural Villavicencio resulta un destino sumamente atractivo a la hora de planear una excursión durante nuestras vacaciones en Mendoza. En la Reserva Natural Villavicencio conviven paisajes increíbles, una población de flora y fauna para el asombro y un camino jalonado de hitos históricos de la gran gesta sanmartiniana.

Para llegar hasta la reserva desde la ciudad de Mendoza se debe atravesar la región central del departamento de Las Heras. Es el momento para asombrarse con el paisaje desértico y con las antiguas bocas de expendio en las que, muchos años atrás, los habitantes de la provincia se servían gratuitamente del agua mineral de los manantiales de la región. Allí funcionó durante varios años la primera envasadora de Villavicencio, una de las aguas minerales naturales preferidas por los argentinos.

El Monumento Canota aluden a los visitantes que se encuentran tras las huellas del glorioso Ejército de los Andes. Este monumento recuerda el punto en el que el General San Martín decidió dividir en 2 su ejército para poder atacar con mayor eficacia a los realistas chilenos.

Más adelante, el desierto se esfuma dentro de un exuberante verdor boscoso que anuncia el comienzo de la reserva. Entre caminos de cornisa y profundas quebradas, los guanacos, avanzada de la inmensa variedad de flora y fauna de la reserva, saludan a los visitantes. A 2200 mts. de altura, el Mirador de los Caracoles ofrece una panorámica de la belleza de los valles y montañas que corta el aliento. A lo lejos, se divisa el tejado del hotel Villavicencio, una visita obligada dentro de la reserva. Testigo de una época de esplendor, el hotel al que la alta sociedad de todo el país llegaba para disfrutar de curas termales cerró sus puertas en 1978, pero conserva intacto todo el lujo que lo caracterizaba. Este espléndido edificio, inaugurado en 1940, da cuenta de que el alto nivel que distingue a la hotelería en Mendoza no es cosa reciente, sino una tradición de muchos años. En la antigua cocina de este hotel cuyas estadías debían reservarse con un año de anticipación, un renovado bar de campo recibe a los fatigados excursionistas con la especialidad de la casa: buen Malbec e increíbles sándwiches de jamón crudo. El broche de oro para una jornada mágica.

Jorge Alberto Guiñazu

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