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Rusia es sinónimo de magia y misterio. Sus interminables noches, sus engalanados palacios, y su largo ostracismo detrás de la cortina de hierro la transforman en un destino turístico de sugerente encanto. Moscú, San Petersburgo, las heladas estepas siberianas o el apacible lago Baikal brindan recuerdos inolvidables de una estadía en la tierra de los zares. Empero, sin un conveniente plan de las reservas turísticas la excursión rusa puede ofrecer algunos inconvenientes. Pero tomando algunos sencillos recaudos, nada podrá empañar nuestras vacaciones cosacas.
Durante el período soviético, el turismo extranjero en Rusia y demás repúblicas de la unión era prácticamente imposible. Sí lo era el turismo interno, ya que el estado lo promocionaba ofreciendo paquetes muy económicos, al alcance de cualquier salario. Pero los alojamientos no se apartaban de la tradicional sobriedad comunista y, desde luego, los espectáculos de “color local” no existían, por innecesarios.
Con la caída del comunismo, las cosas cambiaron radicalmente. El interés del turismo extranjero por acceder a este extenso territorio al margen del mundo durante tanto tiempo se disparó a niveles inimaginables, desatando una demanda que, a la fecha, ni siquiera las principales ciudades rusas están aún en condiciones de satisfacer.
Moscú y San Petersburgo incrementan y perfeccionan su oferta hotelera día a día, pero todavía la demanda sigue superándolos. Por ese motivo están de moda allí los apartamentos para turistas, los hostels y los llamados “mini hoteles”, mucho más rápidos de instalar y acondicionar para recibir huéspedes que un hotel tradicional.
Un ejemplo del furor de los turistas por visitar Rusia, es que la ciudad de San Petersburgo cuenta en la actualidad con diez hoteles de cinco estrellas y unos veinte de cuatro estrellas, pero no son suficientes para absorber las oleadas de entusiasmados turistas.
De allí que realizar una reserva on-line de alojamiento con varios meses de anticipación se convierta en un primer paso insustituible en la planificación de nuestro viaje a Rusia. Máxime si elegimos viajar en verano, cuando el sistema hotelero realmente colapsa. Una reserva a tiempo evitará que tengamos que conformarnos con lo que quede, que aquí se traduce como: hoteles muy, muy lejos del centro. Un detalle que en San Petersburgo, por ejemplo, no resulta nada menor. Los puentes sobre el río Neva, que divide la ciudad, se levantan entre la 1 y las 5 de la mañana, interrumpiendo las comunicaciones entre una y otra parte. Es por ello que tener que conformarse con un hotel o apartamento alejado puede significar también, por ejemplo el tener que resignar la probabilidad de visitar el centro por las noches.
A reservar con tiempo se ha dicho…
Jorge Alberto Guiñazu