Psicología del perfume

El perfume es uno de los elementos más personales que existen. Desde el momento en que son creados, son pensados para ser usados por un determinado perfil de consumidor. Es una realidad que las mujeres son las que más compran perfumes, prueban diferentes marcas, diferentes esencias, y hasta algunas se aventuran con perfumes creados para hombres. Aunque, encontrar el caso inverso, es decir hombres que se atrevan a usar perfumes diseñados para mujeres es muy difícil de lograr.

Con este simple hecho podemos comprobar cuánta influencia tiene la enseñanza de los roles en la psicología del comprador. No sólo la crianza que transmite como se supone que deberían ser los roles femeninos y masculinos influye en la decisión de compra, sino que el marketing refuerza y apoya estos conceptos. En consecuencia, las campañas de marketing se dirigen a hombres o mujeres específicamente, condicionando aún más el destino final del producto. Sin embargo las experiencias de laboratorio demuestran que la selección del perfume está condicionada por la personalidad, una vez que los sujetos prueban las diferentes fragancias en un ambiente neutral.

Además, hay otros estudios realizados sobre el uso del perfume que demuestran la importancia que los olores tienen para la psicología. Existen indicaciones que dicen que cuando una persona se perfuma tiene un mejor concepto de sí mismo, y una autoestima más elevada. También, los investigadores revelaron que aquellos que desean destacarse socialmente emplean diferentes fragancias, mientras que quienes quieren tener un perfil más bajo socialmente tienden a emplear una sola fragancia personal.

El perfume tiene un efecto químicamente demostrado en los receptores de las fosas nasales. Luego de un tiempo de exposición a un olor, el mismo tiende a desaparecer, de la misma manera que un ruido constante se ensordece (fenómeno que se conoce como ruido blanco). La exposición constante a una fragancia, luego de determinada cantidad de horas, es neutralizada por el sistema nervioso. Por este motivo muchas veces puede suceder que una persona no perciba su propio olor, mientras que las personas que están a su alrededor, si. En consecuencia, sobre todo cuando probamos nuevas fragancias, lo más conveniente es hacer una pequeña «encuesta» entre amigos y allegados para determinar si ellos aún continúan sintiendo el olor, y cuál es su opinión personal del mismo. Cabe destacar, que el perfume no tiene el mismo olor en un frasco que sobre la piel humana, por lo que para aprender cabalmente cómo se siente un perfume es necesario usarlo durante un período más o menos prolongado para saber cómo interactúa con nuestro propio olor personal.

Andrea Andorra es asesora de belleza para http://www.perfumesandorra.com/perfumes/mujer/.

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