Los canales de Venecia a precio reducido

Leonardo Da Vinci diseñó en el siglo XV el canon de las proporciones humanas. “El hombre de Vitruvio” es el título original de esta obra, reconocida como uno de los avances matemáticos del renacimiento italiano. Y no sólo por su aplicación al cuerpo humano si no porque cambió la posición que el hombre ocupaba en el universo. La Galería de la Academia (8.50€ la entrada) de la ciudad de Venecia hace sitio entre Tiziano o Tintoretto a este dibujo a lápiz y tinta, que también reproducen las monedas de euro italianas.

Sin embargo, a pesar de que la ciudad de los canales contribuyó en su día al esplendor del país (el buen número de iglesias renacentistas lo atestiguan, Santa María della Salute destaca entre ellas), Venecia no es sólo una parte de Italia. Su belleza está fuera del peso de la grandeza del imperio. Es elegante a la vez que campechana. Y sobre todo, asequible para el viajero de pocos recursos económicos.

Una localidad que, como se conoce, no tiene la distribución física habitual. El entramado de 120 islas enlazadas por unos 400 puentes se une a la extensión de tierra firme donde están las playas y el aeropuerto.

Es curioso como al salir de la estación de trenes, el agua nos rodea y se nos presenta como una distancia infranqueable. Pronto descubriremos que moverse por la ciudad no supone un problema salvo porque tendremos que rascarnos el bolsillo. El paseo a pie es la mejor forma para empaparnos de Venecia, pero será inevitable tomar el vaporetto para las distancias largas, sobre todo para ahorrarnos los taxis acuáticos. Aún así, cada trayecto ronda los 6€ y lo mejor será hacernos con la Venice Card (18.50€ 12 horas). Un gasto que rentabilizaremos al acercarnos a las islas de Murano y Burano para ampliar nuestro conocimiento de la región.

En la primera, las fábricas de vidrio abren las puertas gratuitamente al visitante curioso de esta famosa industria y en la segunda, las casas bajas y coloridas añaden una perspectiva más a este prisma de islotes. Sólo por las vistas durante el camino hacia ellas merece la pena esta excursión.

En Venecia, la inercia nos lleva una y otra vez a pasar por la única plaza reconocida como tal de la ciudad, San Marcos, aquella que Napoleón llamara “el salón más hermoso de Europa”. Allí roba el protagonismo la iglesia central del mismo nombre  transpirando la influencia bizantina que tuvo el Véneto. Junto a ella el Campanille, la torre desde donde se avistaban los barcos, y el Palacio Ducale (visita 6€). Las autoridades recuerdan que el nivel del mar sube un centímero al año y, a pesar de que hay planes para atajar el problema, el “aqua alta” (marea alta) inunda la plaza en otoño y primavera. Un espectáculo impresionante aunque catastrófico.

En el reducido mapa veneciano marcaremos el próximo destino intentando tardar el máximo tiempo hasta llegar a él. Las paradas en comercios artesanales o pastelerías –esquivando las tiendas de firma para los presupuestos apretados- hay que aprovecharlas y el recorrido hacia el Puente de los Suspiros es un itinerario muy recomendable. Desde su máxima altura se reproducen como setas las góndolas repletas de turistas. Si no quieres marcharte sin haber subido en estos típicos símbolos venecianos acude a uno de los puntos donde prestan servicio urbano (de 9h. a 17.55h). Los venecianos cruzan sin gasto alguno frente a la Iglesia de la Salute y Santa María de Giulio al no haber puentes.

Elegir donde dormir no es un problema en Venecia, la isla de la Guidecca es perfecta para ello. Es una de las más grandes, no está en el bullicio turístico y hay varias lineas de vaporettos (algunos nocturnos) que la alcanzan. Los hostales Venecia proliferan en esta zona y la diferencia de precios con el centro histórico es considerable. Normalmente incluyen el desayuno en su precio y supermercados en los alrededores. Sin embargo, si el deseo es dormir en la isla de Venecia hay que prestar atención para no confundirnos con la zona más moderna y alejada de la Venecia de los Canales. Podemos evitarnos el disgusto de no respirar el aire de la ciudad, que no huele tan mal como dicen las malas lenguas y, sobre todo, evitar la dependencia total del transporte.

Por: Sonia L. Baena

Sonia es una viajera independiente que, antes de trabajar como escritora para HostelBookers recorrió varios continentes descubriendo las maravillas de sus ciudades y pueblos. En su estancia en Italia descubrió varios albergues de calidad y económicos donde alojarse.

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