La Fecundación Humana

 

Durante una relación sexual, tiene lugar la eyaculación o emisión del semen masculino dentro de la vagina de la mujer. 
Este semen, llamado también esperma, contiene unos 100 millones de espermatozoides por centímetro cúbico, o sea que, en cada coito o relación sexual, 200-600 millones de espermatozoides invaden los genitales externos.
Con una longitud inferior a las 50 micras, un espermatozoide es un diminuto elemento unicelular que contiene la herencia genética del padre, o sea todos sus rasgos físicos y psíquicos que transmitirá a su descendencia. 
El espermatozoide está formado principalmente por su cuerpo, depósito de carburante, y su cola – motor de impulso.
Una vez depositados en la vagina, el camino que han de recorrer los espermatozoides para alcanzar el óvulo, es largo y difícil. Largo porque, dada su pequeñez, los 15 cm. que les separan del óvulo, equivalen a un viaje de centenares de kilómetros para nosotros. Y difícil porque, aparte de que existen una serie de dificultades y barreras a su ascenso a través de los genitales de la mujer, han de efectuar este desplazamiento en poco tiempo.
El óvulo de la futura madre es la otra gran célula provista de los elementos necesarios para subsistir hasta que sea fecundada. Cada mes, gracias a la acción sobre el ovario de las llamadas hormonas gonadotróficas de la hipófisis (glándula que se localiza en la base del cerebro), tiene lugar 14 días después de la regla, una ovulación. Consiste ésta en la rotura de la cubierta del ovario para dar salida a un óvulo, procedente de un folículo maduro. Para que no se pierda dentro del vientre, la trompa de Falopio del mismo lado del ovario lo engulle por completo mediante un movimiento de succión. 
Ahora bien, como el útero no puede saber de antemano si este óvulo será fecundado, mes tras mes se prepara para un posible embarazo. La mucosa del interior de la matriz que se ha desprendido en el curso de la regla anterior, se reconstruye durante el tiempo que media desde esta menstruación a la ovulación, gracias a la acción de los estrógenos que son unas hormonas que fabrica el folículo ovárico. Si no tiene lugar la fecundación de este óvulo, toda esta preparación resulta inútil, razón por la cual unos días después la mucosa de la matriz se desprenderá provocando la menstruación y el óvulo se desintegra pura y simplemente.
En el núcleo del óvulo se contiene, en forma de cromosomas, la herencia que la madre transmitirá a sus hijos.
La fecundación se produce cuando uno solo de los espermatozoides consigue penetrar la membrana del óvulo. Parece ser que existe, en algún lugar de la superficie del óvulo, un cono de atracción, algo así como una puerta falsa que facilita la entrada de un espermatozoide y se cierra después herméticamente. 
Cuando la cabeza del espermatozoide consigue penetrar dentro del óvulo, se producen modificaciones en la su membrana que imposibilitan la entrada de cualquier otro espermatozoide. Es más, inclusive el cuerpo y la cola correspondientes a la cabeza del espermatozoide que ha conseguido entrar, quedan fuera. Sólo la cabeza, con su carga genética, queda dentro.
Inmediatamente después de la penetración de la cabeza de un espermatozoide dentro del óvulo, tiene lugar la fusión de ambos núcleos. Esto significa que cada uno de los 23 cromosomas que contienen tanto el núcleo del óvulo como del espermatozoide, buscarán su pareja en el otro núcleo obteniéndose finalmente 23 pares de cromosomas, o lo que es lo mismo, 46 cromosomas que es la dotación cromosomial normal que corresponde a una persona, tanto si es hombre como mujer.

Durante una relación sexual, tiene lugar la eyaculación o emisión del semen masculino dentro de la vagina de la mujer. Este semen, llamado también esperma, contiene unos 100 millones de espermatozoides por centímetro cúbico, o sea que, en cada coito o relación sexual, 200-600 millones de espermatozoides invaden los genitales externos.
Con una longitud inferior a las 50 micras, un espermatozoide es un diminuto elemento unicelular que contiene la herencia genética del padre, o sea todos sus rasgos físicos y psíquicos que transmitirá a su descendencia. 
El espermatozoide está formado principalmente por su cuerpo, depósito de carburante, y su cola – motor de impulso.
Una vez depositados en la vagina, el camino que han de recorrer los espermatozoides para alcanzar el óvulo, es largo y difícil. Largo porque, dada su pequeñez, los 15 cm. que les separan del óvulo, equivalen a un viaje de centenares de kilómetros para nosotros. Y difícil porque, aparte de que existen una serie de dificultades y barreras a su ascenso a través de los genitales de la mujer, han de efectuar este desplazamiento en poco tiempo.
El óvulo de la futura madre es la otra gran célula provista de los elementos necesarios para subsistir hasta que sea fecundada. Cada mes, gracias a la acción sobre el ovario de las llamadas hormonas gonadotróficas de la hipófisis (glándula que se localiza en la base del cerebro), tiene lugar 14 días después de la regla, una ovulación. Consiste ésta en la rotura de la cubierta del ovario para dar salida a un óvulo, procedente de un folículo maduro. Para que no se pierda dentro del vientre, la trompa de Falopio del mismo lado del ovario lo engulle por completo mediante un movimiento de succión. 
Ahora bien, como el útero no puede saber de antemano si este óvulo será fecundado, mes tras mes se prepara para un posible embarazo. La mucosa del interior de la matriz que se ha desprendido en el curso de la regla anterior, se reconstruye durante el tiempo que media desde esta menstruación a la ovulación, gracias a la acción de los estrógenos que son unas hormonas que fabrica el folículo ovárico. Si no tiene lugar la fecundación de este óvulo, toda esta preparación resulta inútil, razón por la cual unos días después la mucosa de la matriz se desprenderá provocando la menstruación y el óvulo se desintegra pura y simplemente.
En el núcleo del óvulo se contiene, en forma de cromosomas, la herencia que la madre transmitirá a sus hijos.
La fecundación se produce cuando uno solo de los espermatozoides consigue penetrar la membrana del óvulo. Parece ser que existe, en algún lugar de la superficie del óvulo, un cono de atracción, algo así como una puerta falsa que facilita la entrada de un espermatozoide y se cierra después herméticamente. 
Cuando la cabeza del espermatozoide consigue penetrar dentro del óvulo, se producen modificaciones en la su membrana que imposibilitan la entrada de cualquier otro espermatozoide. Es más, inclusive el cuerpo y la cola correspondientes a la cabeza del espermatozoide que ha conseguido entrar, quedan fuera. Sólo la cabeza, con su carga genética, queda dentro.
Inmediatamente después de la penetración de la cabeza de un espermatozoide dentro del óvulo, tiene lugar la fusión de ambos núcleos. Esto significa que cada uno de los 23 cromosomas que contienen tanto el núcleo del óvulo como del espermatozoide, buscarán su pareja en el otro núcleo obteniéndose finalmente 23 pares de cromosomas, o lo que es lo mismo, 46 cromosomas que es la dotación cromosomial normal que corresponde a una persona, tanto si es hombre como mujer.

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