Abrazar los Andes (II) – un desafío de valientes

Turismo en MendozaLa excursión al mirador del cerro Aconcagua, partiendo desde Mendoza capital, es una de las más bellas e inolvidables para el turismo en Mendoza. Ya el trayecto hacia el corazón de la cordillera es de un enorme disfrute, entre arroyos de deshielo pintorescas localidades. Los altos en el camino no podrían ser más interesantes.

Potrerillos, con su espléndido dique apto tanto para la práctica de los más intensos deportes extremos como para los más relajantes paseos. La encantadora localidad de Uspallata, con sus frondosas alamedas y sus curiosas construcciones del siglo XVIII, y finalizando el centro de esquí Los Penitentes, con sus pistas para todos los gustos, su agitada vida nocturna y, naturalmente, mucha nieve para disfrutar.

Pero el objetivo final de la excursión, concretamente, es la conquista de los Andes, y hacia allí dirigirán sus pasos los visitantes. La siguiente parada será para almorzar en un refugio de montaña. Un momento ideal para ingerir sopas y otros alimentos ricos en calorías que proporcionen al cuerpo la energía necesaria para enfrentar a la montaña.

Sobre el río Las Cuevas, se impone majestuoso el Puente del Inca, formación rocosa de tonos ocres que alberga un corazón de aguas termales. En 1965, un alud destruyó el hotel donde se llevaban a cabo los baños curativos. Aunque aún hoy, los lugareños se acercan allí para aprovechar las propiedades sanadoras de esta agua ricas en azufre. A esta altura, ya nada se interpone entre los turistas y el mítico cerro Aconcagua, el Centinela de América. Y cualquier punto que pueda haber parecido imponente durante el recorrido hacia allí resulta de pronto diminuto. No hay palabras para describir la sensación de desafío, grandeza y libertad que produce contemplar su cumbre de nieves eternas, tan eternas como pequeño y fugaz resulta el ser humano sobre esta tierra.

Si el clima lo permite, la excursión terminará en la cumbre del cerro Santa Elena, en la frontera con Chile, sede de la famosa estatua del Cristo Redentor.

Ya de regreso, el paso por el Fortín de Picheuta recuerda a los visitantes que el hombre, pequeño y minúsculo como resulta frente a la grandeza de la montaña, fue capaz de vencerla, hace casi 200 años, movido por un sueño de libertad e independencia. Y el espíritu del heroico Ejército de los Andes acompaña al grupo hasta el confort de su alojamiento en Mendoza, tras esta excursión de la que todos regresan distintos.

Jorge Alberto Guiñazu

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