¿Necesito una biblioteca en mi residencia de estudiantes?

Hay un tema que se nos suele escapar a la hora de buscar habitación en otra ciudad a la que nos desplazamos para estudiar, y no es otro que las instalaciones de la residencia universitaria.

En un principio, nuestras máximas aspiraciones pueden consistir en buscar un lugar cómodo donde dormir y que no quede demasiado alejado de nuestro centro de estudios, pero limitando la búsqueda a estos dos únicos factores, nos podemos encontrar que lo que eran unas necesidades iniciales, van creciendo hasta que ya no quedan totalmente cubiertas tal como pensábamos.

¿Es el único desplazamiento que necesitamos considerar el que nuestra residencia esté cerca de la Universidad? ¿Acaso no tenemos las mismas necesidades de poder tener otros servicios al alcance de la mano?

Una extensión de nuestra propia casa…
La primera necesidad que debemos tener cubierta en una residencia es que sea lo más similar a una extensión de nuestra propia casa pero en un ambiente universitario. Para ello jamás debemos dejar de considerar que tengamos una cocina al alcance, un salón donde poder relajarnos, baño por supuesto, posibilidad de realizar tareas de higiene cómodamente como contar con una lavandería o con un centro de planchado, y un largo etcétera que hacen que el valor que debemos añadirle a una residencia no se encuentre únicamente en un colchón mullido y techo bajo el que cobijarse.

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… pero adaptado al estudiante

 

Volvamos a la pregunta del título de este artículo y al interrogante que dejamos abierto sobre que no todo desplazamiento a considerar se basa en ir de la residencia a la universidad y de la universidad a la residencia…

En la etapa de estudiante necesitaremos muchas, muchísimas horas de estudio en las que nos debemos encontrar en un ambiente relajado. Ambiente en el que el silencio y la tranquilidad son solo dos cualidades a buscar pero no las únicas.

Un estudiante puede dedicar de media unas 8 horas diarias al estudio, que puede aumentar en etapas de exámenes hasta no quedar más tiempo extra que para comer y dormir.

En todo ese tiempo no sólo se agradece tener cubiertas otras necesidades paralelas (como pudiera ser la limpieza básica o la elaboración de la comida) sino también un contacto “humano” con otros estudiantes que estén en la misma situación (empatizar) que, enclaustrados en una habitación, no podremos conseguir.

Por ello es popular las largar jornadas en las bibliotecas entre estudiantes. Bibliotecas que si están situadas cercanas o incluso en la misma residencia no sólo facilitan el desplazamiento, sino que hacen de la convivencia estudiantil todo un privilegiado tesoro.

Definitivamente, por esta y por otras tantas razones que mucho mejor vivir que contar, una residencia no debe ser únicamente una cama.

 

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