Historia de los colchones
Los hombres primitivos a la hora de dormir solían acomodarse en lechos de hojas secas, pieles y cualquier otro material que les aislara del suelo y diera un poco de confort.
Los primeros colchones de los que se tiene conocimiento constaban de una funda rellena de materiales orgánicos como paja, lana, hojas, etc. Los cuales eran nido de pequeños insectos por lo que había que ventilarlos y airearlos periódicamente. Los griegos y romanos, por su parte, reposaban sobre esponjosos almohadones de plumas de ganso y oca en catres de madera y pieles.
Desde la época del renacimiento los colchones de las clases acomodadas eran de terciopelo o seda rellenos de paja o plumilla.
En el siglo XVI se lanzó en Francia el colchón de aire. Éste revolucionario invento fue creado por Guillermo Pujardin, tapicero del rey de Francia, el mismo confeccionó una colchoneta neumática con hule impermeable que se empleaba para reposar más que para dormir.
En el siglo XVII se lanzaron en el Reino Unido los primeros colchones de muelles. Su gran inconveniente era que al tratarse de muelles cilíndricos no se comprimían sino que se vencían hacia el frente y los laterales.
En la década de 1850 se comenzaron a fabricar, todavía de forma artesanal, muelles cónicos que facilitaban su compresión vertical. El fabricante Simons fue uno de los más populares en Estados Unidos.
Los colchones de lana fueron populares en Europa hasta mediados del siglo XX.
En los años 50 aparecen los colchones de goma espuma, siendo muy populares los colchones de picado de espuma, que eran grandes sacos rellenos de trozos de espuma.
Luego en los años 60 aparecen los primeros colchones de látex, aunque con poco éxito en el mercado de esa época.
En los 70 aparecen modelos de muelles más sofisticados que literalmente arrasan el mercado. Este auge se mantiene hasta hace pocos años.
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