La higiene corporal debe ser más cuidadosa en la embarazada, dado el aumento de la excreción cutánea. La ducha o el baño diario favorece la eliminación de todas las secreciones, pero además tiene una acción tónica, sedativa y relajante.
El baño tiene la ventaja de logran mejor relajación y permitir un aseo íntimo simultáneo, pero tiene en su contra la posibilidad de resbalones, que son frecuentes en las embarazadas a partir de los seis meses. En todo caso, hay que evitar los baños demasiado calientes que debilitan y dilatan las venas.
Al final del embarazo lo mejor es la ducha y deben evitar el baño si existen dudas sobre rotura de aguas.
Para las embarazadas que, al final de la gestación, presentan hinchazón de rostro, el remedio ideal es la aplicación de compresas de tila o té frío al acostarse.
Deben efectuarse dos veces al día la limpieza íntima. Bajo ningún concepto debe la embarazada lavarse “por dentro” y menos hacerse irrigaciones vaginales. Si se presenta picor, flujo o escorzor, debe consultarse con el médico. Además del tratamiento que éste le indique, deben usarse jabones neutros, líquidos, no irritantes, desechándose totalmente el uso de jabones normales coloreados y perfumados que irritan la mucosa vaginal.
A los pezones y areolas conviene friccionarlos con una pomada que contenga vitamina A. Si la embarazada tiene los pezones muy retraídos debe hacer cada día movimientos de aprensión y relajación con los dedos pulgar e índice.
La higiene bucal debe hacerse por la mañana y por la noche. Es conveniente usar antisépticos, para prevenir la gingivitis. Además, se aconseja visitar al dentista por lo menos una vez durante el embarazo.
Por lo general, los cabellos, debilitados durante el embarazo, tienden a caerse después del parto. El secador debe ponerse a la temperatura más baja posible.