El entrenador exigente y el futbolista agresivo.
La exigencia y la agresividad en las dosis adecuadas son dos elementos muy positivos que debidamente combinados deben de ser tenidos especialmente en cuenta por el entrenador de fútbol en la preparación de su equipo.
Si un entrenador es exigente en la medida de que puede conseguir del futbolista algo que este es capaz de dar, está realizando un trabajo muy positivo, si por el contrario ese nivel de exigencia está por encima de las posibilidades reales del futbolista estará siguiendo un camino equivocado que puede afectar psicológicamente al jugador tanto a nivel deportivo como personal.
En lo referente a la agresividad, es un factor que si se canaliza de forma adecuada desde el aspecto de lucha, entrega, esfuerzo, sacrificio y alta motivación puede dar estupendos resultados. Sin embargo si es una agresividad no controlada que se desvía de sus verdaderos fines puede ser muy perjudicial y no sólo a nivel colectivo, también a nivel individual por que hay futbolistas que por sus determinadas características personales pueden verse sometidos a un exceso de presión y alto nivel de exigencia y responsabilidad que difícilmente pueden soportar y eso tarde o temprano les pasará factura en el aspecto psicológico.
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