Buscar alojamiento en Chacras de Coria
A sólo 15 minutos del bullicio de la ciudad de Mendoza, nos encontramos con Chacras de Coria, un lugar que sorprende con su encanto agreste y residencial. A pie, a caballo o en bicicleta, el turista encontrará mil razones para recorrerla y disfrutarla. Chacras de Coria combina, naturaleza, montañas y buenos vinos, lo más atractivo del turismo en Mendoza, con una importante oferta hotelera que hace que alojarse allí resulte un verdadero placer.
La gran cantidad de casas de verano que adornan el paisaje muestran el crecimiento vertiginoso de la provincia: años atras Chacras de Coria era una zona rural. Hoy forma parte del conglomerado conocido como Gran Mendoza, sin resignar nada de su atractiva impronta agreste y natural.
Muchas de las antiguas residencias renacieron como cálidos hoteles o posadas de campo. Tal es el caso del hotel San Francisco, que ofrece a sus visitantes habitaciones con servicio de Internet Wi Fi y televisión, la mayoría de las cuales dan directamente a los bellísimos jardines con los que cuenta la propiedad. Allí, una densa y antigua arboleda asegura un marco de total privacidad para disfrutar de la piscina de dimensiones semiolímpicas. ¿Más atractivos? Su cava de vinos, donde los visitantes pueden realizar catas personalizadas según los gustos y el perfil de cada uno.
Otro precioso alojamiento rural en Chacras de Coria es Finca Adalgisa. Un lugar de ensueño con viñas, corral y estanque propio que invitan a los huéspedes a visitarlos y a participar de las faenas cotidianas. Se enuentran sembrados plantas aromáticas, olivos y frutales; según la estación del año elegida para la estadía, el visitante puede recoger durante sus paseos frutas, hierbas y olivas que luego degustará en el confort de la antigua casona. En Finca Adalgisa, la galería, la biblioteca, el comedor y la cocina son espacios comunes, abiertos al acceso y disfrute de todos los pasajeros.
Los dueños de la Posada del Ángel se valieron de su colección de objetos curiosos, descubiertos durante sus viajes por el mundo, y de su cuidada colección de arte contemporáneo para construir un espacio distinto, tan acogedor como cálido. Sin lugar a dudas uno de las tantas joyas escondidas que ofrece la hotelería en Mendoza, esta añosa casona de adobe remodelada para lograr el equilibrio perfecto entre encanto y modernidad invita a una escapada de a dos. Y resulta, con su ubicación estratégica, un buen punto de partida para visitar las numerosas bodegas de la zona.
Jorge Alberto Guiñazu