Atenas clásica para bolsillos modernos
“Así como los ojos están formados para la astronomía, los oídos lo están para percibir los movimientos de la armonía.” Esta cita pertenece al filósofo ateniense Platón, poseedor de la más alta ilustración en su momento en el pueblo que vio nacer la democracia. Las ideas se rodeaban de una arquitectura de parámetros estudiados y equilibrados por un entonces en el que este sabio convivía con Sócrates o Aristóteles diferenciadamente. Este momento señala el máximo esplendor que Grecia ha tenido en toda su historia, más renovador que ningún otro y que el imperio Romano utilizó durante siglos alargándolo hasta el presente del pensamiento en occidente.
En estos días de abulia la capital ateniense se despereza a paso lento, pero constante. No es el epicentro del pensamiento, lo sabe y vive dedicada al diario de sus habitantes que suman casi cuatro millones. Las conquistas bizantinas enriquecieron el pasado a pesar de las luchas políticas que aún persisten entre Turquía y el país, y hoy pasear por la ciudad es una mezcla de supervivencia, mito venido a menos, y variedad racial.
El deseo de descubrir qué hay debajo de las ruinas atenienses es una constante en el viajero que torna sorprendido por la manera en la que el pensamiento social más avanzado de la educación pública participa del elitismo del puerto del Pireo o de los pequeños restaurantes de los bajos de la Acrópolis.
Lo primero que el visitante, amante del pasado clásico de la ciudad, debe hacer es asegurarse el alojamiento en el barrio de Plaka. Los hostales en Atenas, que se encuentran en las calles zigzagueantes del lugar, facilitan el acceso a la antigua ciudad griega y giran en torno a los 10/15 euros.
Iniciaremos entonces nuestro encuentro con la ciudad. La red de metro (0.80€ el billete individual), tranvía y autobús dan un servicio muy notable y es la mejor opción (incluso para llegar a la ciudad desde el aeropuerto) para desplazarse. Para ahondar en la Atenas clásica debemos saber que nos moveremos por una o dos zonas en las que la puesta a punto de nuestras piernas es importante.
La zona peatonal que se encuentra alrededor de la Acrópolis tiene una extensión de más de tres kilómetros. Al adquirir la entrada (General 12€, domingos y estudiantes gratis) se pasea por la antigua Ágora y el templo de Zeus Olímpico por el que sería recomendable comenzar la andadura hasta llegar a lo más alto de la polis (la acrópolis). La visión del Partenón, el templo de Atenea Niké y Erecteión (adornado por la tribuna de las cariátides) será nuestra recompensa además de las magníficas vistas que nos regala la subida del Golfo Saránico. En la colina nos toparemos con el teatro donde los dramaturgos Esquilo, Sófocles y Aristófanes estrenaron gran parte de sus obras, el teatro de Dioniso.
El ágora al que nos referíamos antes, y cuya función era la comunicación pública entre sus habitantes, es el valle entre la Acrópolis y la colina de Filopapos. En esta última se encuentra el monumento funerario de homónimo nombre que no podemos pasar por alto.
En el centro político actual de Atenas se hallan la Academia de Platón, reconstrucción de Theofill Hansen en 1887 como biblioteca, y el Museo Arqueológico Nacional (7€ entrada general, gratis estudiante de la UE). Piezas como la máscara funeraria de Agamenón o el Zeus de Artemisión tienen sede en el lugar, aunque la mayoría de los tesoros de la ciudad fueron saqueados en la etapa colonial y conducidos a otras ciudades. Véase como ejemplo la sede de los frisos del Partenón, el British Museum de Londres.
Los griegos del siglo XXI tienen conciencia de haber sido el origen de una lengua, una cultura y un ritmo vital, pero hoy nada extrapolables. La cita de Sócrates “Yo soy un ciudadano, no de Atenas o Grecia, si no del mundo” se entendería hoy como una causa de la globalización, pero no en el sentido que el maestro de Platón refería al expresar la universalización de las ideas de una ciudad y un país, la clásica Atenas y Grecia, en medio mundo.
Por: Sonia L. Baena
Sonia es una viajera independiente que, antes de trabajar como escritora para HostelBookers recorrió varios continentes descubriendo las maravillas de sus ciudades y pueblos. En su estancia en Grecia descubrió varios albergues de calidad y económicos donde alojarse.